miércoles, 4 de diciembre de 2019
El temor trae en sí castigo
El temor trae en sí castigo
Por Elberto M Guzmán T
Aun que se me critica en algunos medios por hablar en primera persona y contar anécdotas de mi vida personal, he encontrado en ello una riqueza singular, la cual ayuda a muchos a no caer en los mismos errores u horrores y a la vez, me libra del riesgo de meterme en la vida de otros, así no coro el peligro de agredir el inviolable espacio del fuero interno y de la intimidad, en otras palabras me libro del chisme, que tan odioso y peligroso es.
Siendo así, en esta ocasión hare uso de una de mis experiencias no muy gratas para ilustrar el tema del artículo de hoy.
En los años de mi juventud formaba parte yo de un selecto grupo de visitadores médicos de una prestigiosa casa farmacéutica, posición a la cual logre acceder gracias a un anuncio clasificado que encontré en el diario impreso de mayor circulación en la ciudad de Bogotá. Al inicio de mi profesión lo hice con gran responsabilidad, por un tiempo me consagre al trabajo, constituyéndome en uno de los mejores representante de la firma. Un día al salir de las oficinas para el trabajo, mi jefe me abordo para decirme que volviera al medio día que necesitaba el presidente hablar conmigo. A pesar de ser uno de los mejores me llene de temor, pensé que me iban a despedir del empleo, que no lo estaba haciendo del todo bien y que iba a ser objeto de una terrible sanción. Entonces lleno de miedo me fui a mi casa, tome una hoja de papel y en una máquina de escribir redacte una digna renuncia. Cuando llegue a la oficina del presidente de la compañía sin mediar palabra abrí mi maletín y de su interior saque la carta de renuncia y se la entregué al presidente ante su asombrada mirada. Él leyó mi renuncia y mirándome fijamente se levanto de la silla y me despidió de su oficina aceptándome la renuncia.
¿Qué me motivo hacer lo que hice? Hasta hoy me lo pregunto. Me entere después que la presidencia de la empresa estaba considerando mi nombre para un ascenso.
El temor, ese invisible enemigo del éxito, del emprendimiento, del arriesgar el huevo para obtener la gallina, el temor ese depresor del alma que nubla los sentidos y la mente trayendo pensamientos de peligros no existentes. El temor no es otra cosa que fe en el diablo, no es otra cosa que duda amplificada del potencial interno que cada uno posee. Es creele más a las tinieblas que a la Luz.
El temor se origina de la baja auto estima, el individuo que no se aprecia lo suficiente, que no cree en sí mismo, que no juega la partida porque antes de iniciarla ya piensa que la va perder, que no le entra a la aventura de la vida para convertirse en una persona de éxito porque de antemano considera que es un perdedor. El que no se incluye en el partido porque sin haber empezado la partida considera que ya la perdió.
¿Cuántos de los que están leyendo este sencillo artículo, no duermen pensando en los problemas y al amanecer dando vueltas en su lecho sienten el temor de levantarse, en su estomago tiemblan y se afligen de terror? Corren al baño desesperados viendo a ver si allí desocupan toda su ansiedad y por la letrina se van todos sus temores.
El viejo y conocido “padre del paciencia” don Job, sí el paciente Job, dijo: “25 Lo que más temía, me sobrevino; lo que más me asustaba, me sucedió.” (Job.3:25) (NVI).
Sí, lo que se teme, sucede y el temor trae consigo castigo reza la Escritura en la primera carta del apóstol juan. “…porque el temor lleva en sí castigo…” (1Juan.4:18) (VRV).
Y sí, no hay peor castigo o forma de castigarse que andar temiendo, que vivir temeroso, asustadizo y lo peor de todo de lo que no ha pasado. Y lo más seguro, ni va a pasar.
El Señor nos enseña por medio de Su Palabra que el temor no es de inspiración Divina, que no proviene del Reino de ÉL, sino que por el contrario es de inspiración del reino de las tinieblas, por eso ÉL mismo dice: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (1Timoteo.1:7) (VRV).
Siendo así vivamos controlados por ese espíritu de poder, amor y dominio propio. Y recordemos también lo que dice la Escritura: “Al de carácter firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía.” Isaias.26:3
Animo pues, y adelante, porque somos un Equipo De Águilas.
Elberto M Guzmán T
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